-¿Tú qué quieres que te den?
-¿Yo? Lo que me deben, el mundo...
Alfredo
Cinema Paradiso
Mi conocimiento del cine italiano es tan pequeño como la altura de Felipe Calderón (comienzo a sospechar que Leo escogió el tema para impactarnos con su post el viernes). El único director que conozco, y que por “conozco” deben entender que he visto un par de películas suyas, es: Giuseppe Tornatore. Malena (con la bella Monica Bellucci) y Cinema Paradiso. Yo voy a hablar de esta última película.
Un día estaba en mi primera clase del día. De ésas que al Tec de Monterrey le da por meter a las 7 de la mañana sabiendo que su contenido sólo lo seremos capaces de procesar después de las 10. La maestra, quien se distinguía por ser de esos raros especímenes de izquierda en mi muy burguesa escuela, nos traía una sorpresa: ¡íbamos a ver una película!
Mi primer pensamiento fue: “A dormir se ha dicho”. Pero decidí guardar mi descaro hasta después de los créditos, siquiera para saber quién la dirigía o cómo se llamaba. No pegué el ojo en toda la clase – cine. Y lo peor: mi corazón sufrió porque tuvimos que dividir la película en dos partes, debido a que su duración era mayor a la de mi clase. Y el oso: todo mundo supo que tengo corazón de pollo, porque cuando encendieron las luces yo tenía los ojos más hinchados que un enfermo de conjuntivitis. La amé.
Ustedes, mis queridos lectores tan ansiosos de conocimiento, se deben de estar preguntando el por qué. Y yo, con el conocimiento tan escaso que tengo acerca del cine italiano, pero con el fanatismo de quien ama a muerte una película, les respondo:
El mejor homenaje al cine lo ha hecho sin duda Tornatore. Porque eso es Cinema Paradiso, un homenaje a las grandes películas del cine, tanto italiano como extranjero. Pero sobretodo, a lo que es el cine en realidad: un creador de ilusiones. No por nada los personajes principales se desenvuelven en ese medio. Uno como afamado director de cine y el otro como proyeccionista del único cine de un pueblo perdido en Sicilia.
Mientras la trama se desenvuelve, uno siente bullir la pasión de Giuseppe por el arte cinematográfico a través de la vida de Toto. Primero como el niño que se cuela en el cine hasta que éste pasa ser su segundo hogar, entre afiches de Casablanca y la Strada. Luego, como el joven que se interesa en sus técnicas, en la manera de rodar, de reflejar, de plasmar. Más tarde, como el afamado director de reputación internacional, en quien reconocemos al propio director de la película.
Y mientras tanto, miles de imágenes aparecen ante nuestros ojos referentes al mundo del cine. ¡Hasta Charles Chaplin está ahí!
Cuando la película termina de verdad que no pueden evitar llorar. No sólo por la escena final (Besos, es todo lo que diré), sino porque sabemos que si hay algo que se ha perdido en el cine actual es eso: el arte de hacer sentir.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarComo siempre, "haciendo sentir" con tus posts, Paulina. Que padre es eso de que una película te haga sentir de tal manera que se hace inolvidable o maravillosa película. Así me acaba de pasar con una y justo corresponde a lo que escribes esa película tuvo el arte de hacer sentir. Gracias por compartir.
ResponderEliminarOdio cinema paradiso.. la odié cuando la vi, era muy pequeña y quedé traumada, así que no quiero verla de nuevo.. que triste
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