Juventud: ciclo en el que las personas transitan de la niñez a la condición adulta, tiempo en el que se producen diversos cambios psicológicos, biológicos, sociales y culturales; íntimamente ligados a sus sociedades, culturas, etnias, clases sociales, géneros, etc. No hay ningún consenso internacional de las edades que deba comprender la frontera, pero en México se entiende a una persona joven como menor de 29 años y mayor a 12.
Bajo esta línea un joven tradicional es aquél que se encuentra estudiando para eventualmente insertarse al mundo laboral y repetir los cánones socialmente aceptados; aquí encontramos ya algunos excluidos: las y los jóvenes urbanos sin acceso a alguno de estos dos escenarios, las y los jóvenes rurales/indígenas/afrodescendientes que a su exclusión se le añade el carácter étnico/de procedencia y finalmente las mujeres jóvenes que sufren por su género.
Asimismo un carácter de la juventud es la etapa de emancipación: donde se fragua la autonomía, se independiza lentamente de los tutores o padres hasta llegar a la etapa madura de la adultez.
Las y los jóvenes, comprobado científicamente, tienen problemas que van más allá de empleo y educación, ahora se incluyen la salud y la vivienda, no optando por cobertura de prestaciones sociales al cumplir la mayoría de edad (sí, claro, el seguro popular, blah) o la posibilidad de adquirir una vivienda y encontrado hogares multifamiliares.
Esto corresponde a 4 teoremas de las fallas de las políticas públicas hacia las juventudes en Méxco y la subregión de América Latina y el Caribe: 1) Centralismo de oportunidades y conocimiento, 2) Desempleo, exclusión social y heterogeneidad, 3) aislamiento social, vacío normativo y reproducción de la pobreza y la última que se vincula directamente con el tema de la semana; 4) Identidades juveniles, consumos masivos, tribus urbanas y violencia.
La oportunidad que encuentra un joven o una joven en arroparse responde a la exclusión social y a la exposición a estándares de vida imposibles a alcanzar, denostándolos en una anomia; posibilitando la disrupción social en grupos que desentraman el tejido social.
Ahora; ¿qué pasa con las y los jóvenes que no pueden proseguir estos cánones? Aquellos que son excluidos ¿Pecarán mucho al insertarse en un mundo que promete grandes beneficios en corto tiempo? Grupos que les prometen afecto y desarrollo que el aparato estatal les ha negado. Hemos escuchado cómo los jóvenes de la generación pasada (en el 68) participaron de manera activa y cómo los que formamos parte de esta generación somos unos apáticos ¿En verdad somos apáticos los jóvenes en México? Se ha comprobado que la apatía hacia la política en México no responde a géneros, edades ni posiciones sociales. Cualquier joven está igualmente desinteresado que cualquier adulto. Se habla de generación perdida, claro, algún término tenía que encontrar el Estado para lavarse las manos, pues no basta con meternos en escuelas, encontrarnos trabajos como mano de obra barata, acallarnos cuando nos movilicemos, enfrentar la pobreza, invertir en capital y desarrollo humano: hace falta una inclusión integral, respetar nuestra voz, oír nuestras necesidades y hacernos parte de los procesos de tomas de decisiones que nos afectan.
Pues como para los niños la palabra clave es ‘protección’ para los jóvenes es ‘participación’. Pues no solamente nos están matando, sino que nos criminalizan por no estudiar o trabajar, nos culpan por consumir, nos condenan por pelear en las filas del bando narco cuando no nos educaron para otra cosa, no nos emplearon en otra cosa, ni nos garantizaron una vida digna y libre de violencia.
Sí, siempre hay alguna alternativa, siempre hay opciones. ¿Cuáles fueron las alternativas de las y los chicos que se agregaron a las filas del narco? ¿Qué oportunidad de sobrevivir tuvieron todas y todos aquellos que han muerto? Daño colateral le llaman.
@YairOrangista
Rodríguez, Ernesto: Actores estratégicos para el desarrollo. 2002.