Vas pasando por la calle y “ewwww” un grafiti. Sigues caminando y observas que es casi fin de año y mucha gente ‘retocará’ el pintado externo de sus casas, en la misma calle hay una tienda Comex con hartas ofertas en brochas de pelo de camello. Subes a tu auto/camión y realizas que el sol carcome la pintura del techo, unos 45 minutos después finalmente llegas a tu clase de pintura. Es momento de crear arte.
¿Is this real life?
La pintura no me apetece como arte, soy un ente robótico levemente sensible a las artes, la música me encanta, el baile me excita, sin embargo y a pesar de haber estado en pintura y artes plásticas en mi infancia no le encontré el ‘sabor’.
Para mí la pintura va más allá, esto acorde al post de Christian, explica que la coloración explicita los gustos, predicaciones sociales y culturales de lo que se identifica como representar la vida en objetos.
No es para nada lo mismo una casa de Coyoacán que una en los altks de Copenhague, no es el mismo color de un taxi del DF que uno de Nueva York. La vestimenta tradicional de los altos de Jalisco que un traje de Ghana, el maquillaje de una chica universitaria en Damasco a una chica de Los Ángeles. La pintura en TODAS sus dimensiones enmarca y colorea nuestra vida, nos diferencia de las demás sociedades, explica nuestros comportamientos, todo esto va DEMASIADO ligado a la psicología del color.
A fin de cuentas no es lo mismo comparar un Botero a un Da Vinci a una pintura rupestre de caverna. Todas son expresiones de algún momento de una persona perteneciente a una esfera pública y privada.
Como dice Marco Aurelio: “The soul becomes dyed with the color of its thoughts” y para mí esto se refleja en todo lo exterior. Desde un cuadro que proyecta una idea, expresión artística hasta el color que se pinta una casa, un párpado.
Así o más claro: “I’d asked around 10 or 15 people for suggestions. Finally one lady friend asked the right question: well, what do you love the most? That’s how I started painting money”.
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