No es una película comercial. Es más, ni siquiera la conocía antes de pasar por esa zona llamada “Cine de Arte” en una tienda. Me atrajo el título, la fotografía de la portada y la breve descripción en su reverso. Especialmente con la línea que decía: “Podría contar mi vida uniendo casualidades”.
A la gente le encanta hablar de ciclos, especialmente cuando está por terminarse o comenzar un nuevo año. Hacemos recuento de nuestra vida amorosa, familiar, laboral, personal, espiritual, y demás áreas polvorientas. Pero la verdad, la gran mayoría de las veces sólo hablamos de ellos cuando estamos próximos a cerrarlos o lo hemos hecho ya. ¿Por qué en lugar de propósito de año nuevo no mencionamos mejor ‘disfrutar el ciclo de flojera que tendré este año’? ¿’Disfrutar el ciclo de mi relación con fulanita o sultanito’? Porque eso implicaría aceptar que las cosas tienen finales, que existen más allá de nosotros, que como todo buen ciclo, seguirá repitiéndose una y otra, y otra, y otra vez… infinitamente.
Uno se sienta y comienza a ser espectador de la historia de amor de Otto y Ana. Una historia que comienza desde la niñez, por la casualidad materializada en forma de avión de papel. A esa casualidad le sigue otra, que sus padres se conozcan, que se vuelvan hermanastros, que primero se deseen y que después acaben dándose cuenta que están enamorados. O cómo ellos lo definen: “somos la casualidad que estábamos esperando”.
Y cuando termina su trágica historia (porque sí, tiene un final muy trágico) no puedes evitar estar de acuerdo con la noción de vida de la película:
La vida es un gran ciclo, y no, no está compuesto por pequeños “ciclitos” sino por casualidades, que hacen que en lugar de ir derecho de un punto a otro, estemos vagando, aprendiendo, inclinándonos poco a poco hasta que un día, sin más, llegamos al mismo punto.
Piénsenlo. Aquella música que ni conocíamos y a la que un día decidimos prestar atención. Aquel libro que cayó en nuestras manos de manera casual. Aquella mirada que cruzamos en el salón de clases. Aquel vecino que teníamos y sus cuates. Y así, podría seguir y terminaríamos por darnos cuenta que nuestra vida si puede contarse por esas pequeñas cosas que pasan, aún cuando veamos a otra parte.
La película se llama “Los Amantes del Círculo Polar”. Director: Julio Médem. Año: 1988. Veredicto: uno tiene que verla al menos una vez en la vida, espero haberles explicado por qué.
La película se llama “Los Amantes del Círculo Polar”. Director: Julio Médem. Año: 1988. Veredicto: uno tiene que verla al menos una vez en la vida, espero haberles explicado por qué.
bueno, me convenciste, la veré :)
ResponderEliminarpero sin mi novio porque se aburre, el ve puras de sangre jaa!