Debo confesar que hubo un tiempo de mi vida (bastante extenso debo de decir) que respiraba deporte, vivía para y por el deporte. Generalmente cuando pienso en mi infancia y adolescencia me remito a campos de softbol, a canchas de basquetbol, a una alberca o unas vallas en atletismo.
Por azares del destino dejé de practicarlo y me dediqué a otras cosas culturales (ballet, teatro, jazz, etc); sin embargo, el deporte siempre ha sido una parte fundamental de mi vida y de la cual no me quiero despegar jamás. La razón es simple, me gustan mucho los deportes; cuando los practico es delicioso correr, esforzarte al máximo y jugar como si no hubiera mañana y cuando los veo es sublime ver un buen partido de beisbol o de fútbol americano. Todo se resume en táctica y planeación, para mí al menos.
Pero es cierto, con la era consumista que nos rodea era casi que imposible que el deporte no se viera inmerso en este juego; finalmente es parte de toda una evolución que para bien o para mal, es necesaria.
Es sencillo ver cómo en fechas cercanas a algún evento deportivo importante se busca atacar a todas las personas por el medio comercial. Piénsenlo, cerca del mundial ves fútbol hasta en la sopa (si de por si todo el mugre año tenemos fútbol por cualquier motivo y circunstancia), o cerca del super bowl pareciera que es buena idea usar cascos para ir a trabajar; son ese tipo de elementos mediáticos que llega a hartar a muchos o que por el contrario acercan a miles de personas a estos eventos y deportes por mera curiosidad.
Hace poco me puse a pensar en todo el consumo detrás del deporte: desde un agua o bebida que te hace sentir mejor ‘porque eso toman los verdaderos deportistas’, hasta los zapatos deportivos elaborados con la reseña y opinión de los mejores deportistas del mundo. Esto obviamente dirigido a los deportistas que a lo mejor se sienten más cómodos usando todo aquello que la televisión o el internet nos proporciona como la mejor herramienta. Yo por ejemplo, como muchos deportistas en su momento, ansiaban tener unos tennis ‘air’ rojos con blanco porque Michael Jordan los ‘usaba’; así de rudo es el consumismo: te hace creer que necesitas algo y generalmente lo logra.
Obviamente el consumismo también aplica para los que no practican deporte y entonces al atacarlos directamente a ellos haciendo que empiecen a pensar que no se puede vivir sin el deporte, porque sino no eres parte de una esfera social que está inmerso en eso (sino me creen vean cuántas personas en su Facebook de repente les interesa el Fútbol americano o el tenis).
Como siempre creo que tenemos dos opciones:
1. Amargarnos por todo lo que nos dicen mediáticamente e irnos a una montaña de hermitaños sin ninguna facilidad tecnológica.
o
2. Ver el lado positivo de las cosas y mantenernos con los piés en la tierra sin perder de vista que al final todo es dinero y cosas materiales.
Yo siempre veo la segunda opción y encuentro que podemos utilizar este consumismo en algo como lo hace UNICEF por ejemplo: utiliza a las grandes estrellas del fútbol para promocionar campañas y programas contra la pobreza y el VIH/SIDA. Esa es una manera lista de usar el consumismo, llamas a la gente con alguna figura que sabes que tiene una influencia grande en la sociedad para distribuir mensajes que ayuden o inciten a una reflexión. Aquí la página: http://www.un.org/spanish/millenniumgoals/
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