¡Chanfle! Ahora sí no sé ni por dónde comenzar. Nunca he sido deportista, ni me interesa ser deportista. Pero como muchas personas, alguna vez soñé con tener el cuerpo de una deportista… ¡pero eso requería tanto esfuerzo!
Un día, mientras cambiaba de canal compulsivamente en busca de algo que me entretuviera, encontré la solución a ese sueño frustrado. Una mujer con cuerpo atlético prometía que tendría firmeza y musculatura sin derramar una sola gota de sudor. Ella tenía un cuerpo tan definido y un bronceado tan perfecto, que la idea me sedujo. Y agárrense: era una excampeona de algún deporte de esos raros que a nadie le preocupa aprenderse el nombre de los ganadores. Pero excampeona, al fin y al cabo.
Fui feliz por un instante ¿Yo, la señorita nohareejercicioneverandever, con unos muslos que Serena Williams se quedaría pendeja? ¿Sin esfuerzo? ¿Sin sudor? ¿Con 5 minutos diarios? ¿Sin dietas especiales? Pensé que seguramente estaba soñando. Digo, nadie juega con los sentimientos de la gente de esa manera. ¡Imagínense! Lucrar con la grasa de la gente que tanto trabajo les ha costado acumular, con la frustración de no entrar en la talla de pantalones esperada, con el deseo de ser observada con “O” de Oh my God. Y lo que es peor, con las ganas de cambiar todo eso en la comodidad del sillón mientras ves “Teresa”. El paraíso terrenal era mío…
Marqué el número en pantalla. Tenía que apurarme… la promoción que incluía el gel reductor sólo era válida los próximos 5 minutos. Respondieron. Di mi número de tarjeta. Indiqué mi dirección. Voilá! En unos cuantos días podría comenzar a realizar “el milagrito”.
La lentitud del tiempo de esos días sólo fue comparable con el goteo de los minutos cuando mi novio/chavoquemegustaba no iba a la escuela y yo sí. Tachaba los días en el calendario. Me veía en el futuro con mi super bikini rojo pasión. Ya imaginaba al hombre abdomendelavadero que conocería. Sería feliz, linda y sabrosa. Inteligencia ¡pa’ qué te quiero!
Y cuando el aparatejo ese llegó embalado en cartón a micasaessucasa sentí que el poder de Grésicol era mío. ¡Agárrense pinches feas que ahí les voy! Lo tomé, lo utilicé cinco minutos y sonreí… Me movía la lonja como lo prometía. Terminé mi sesión de ejercicio en 5 minutos. A este ritmo Sport City seguramente iba a quebrar. Y así repetí la rutina una y otra y otra y otra y otra y otra vez. Y seguí esperando los resultados una y otra y otra y otra y otra y otra vez.
Me negaba a creer que me habían engañado. La gente no lucra con el deporte. No con esa actividad tan pura y tan olímpicamente griega. Y los griegos son los padres de la Lógica... esa ciencia de la racionalidad. Encendí la tele, pensando en el trajedebañocuerpocompleto que usaría en el siguiente verano. En la bolsa de papel estraza que utilizaría al día siguiente. Comencé a cambiar de canal al mismo ritmo que mis miedos comenzaban a regresar e invadir mi cerebro. Y se atravesó un comercial. Lo ví. Terminó. Y lloré.
Si los pendejos de televisa se burlan de los mexicanos diciéndonos que La Selección Mexicana triunfará en el mundial, que los pinches infomerciales no se burlen de mí.
Nota aclaratoria:
Esta historia es ficticia. Yo tengo un papá especialista en nutrición que me protege de esta clase de ignorancia. ¡Hasta compró el mentado cinturón para demostrarnos que no funciona! Lamento profundamente si mi post hirió susceptibilidades ajenas. Lo siento gente gorda, bajar de peso requiere esfuerzo. Aún trabajo en ello.
Para más información, sigan a mi papá en twitter.
jaja, morí de risa con tu post...
ResponderEliminarExcelente POST y además ¡que divertido!. Y Cuánta verdad, Sobre todo, seguirermos escuchando de "productos milagrosos" y la mayoría de la gente depositando sus esperanzas en eso y recomendándolos y cambiando de un producto a otro. mmmmm Hay que esforzarse, ¡Ni modo! Un abrazo.
ResponderEliminarbuenísimo.
ResponderEliminar