En un verano de finales de los años 90’s, cuando ya era capaz de desplazarme en micro por el hermoso puerto de Manzanillo, una mañana llegué al único cine que en ese entonces había. No recuerdo su verdadero nombre, sólo sé que se le conocía como “El cine del fiesta”.
Esta fuente de entretenimiento constaba de 3 salas, cuyos asientos estaban a plano, por lo que si un gordo enorme se sentaba enfrente de ti, ya sabías que experimentarías la magia del cine cual ciego. Las películas que llegaban eran o de muy mala calidad (porque otros cines más “importantes” como el de Colima no las querían) o muy atrasadas (hasta 6 meses de diferencia con la cartelera nacional). Y bueno, podría seguirles contando anécdotas del lado oscuro del cine, que casualmente era conocido por encuentros carnales entre pubertos calenturientos (a MI no me consta).
Ese día de verano tomé el camión dirección Jalipa – Manzanillo Centro, trasbordé a otro que dijera Manzanillo Centro – Miramar y me bajé en el cine. De las 3 películas, 2 ya las había visto en la Ciudad de México cuando estaba de visita con mi papá. La elegida: “Las Delicias del Poder” protagonizada por la mismísima India María.
¿De verdad necesitan que les hable al respecto? La trama es de una indígena que cual chavo del ocho, llega al poder político “sin querer queriendo” y la odisea de todos los desbarajustes que ocasiona, con el toque cómico “a la mexicana” que nos caracteriza.
En su momento me dio risa, es más recuerdo haber llegado a mi casa recomendando la película (perdónenme, en Manzanillo no había medios de distracción en ese entonces). Pero ahora que lo pienso mejor sólo puedo decir: “NOPINCHENMAMEN”, ¿de verdad ese es el cine mexicano?
Nos quejamos de la discriminación contra los indígenas, de toda la violencia causada por el narco y los políticos, de la corrupción, de la falta de empleo, etc. Pero adoramos y reímos a morir cuando esos problemas se presentan en el cine. A ver, ¿quién no se rió con Rudo Y Cursi? Yo al verdad todavía tengo la canción de Gael en mi ipod, pero eso no quita la tristeza de saber que es la realidad en México: los niños prefieren ser futbolistas o narcos. Y lo mejor, el final de la película nos da a entender que los narcos viven felices para siempre. ¿Lejos de la realidad? No lo creo.
Ya sé, soy una amargada, pero creo que en el momento en el que nos dejen de dar risa esas cosas podremos comenzar a tomar medidas en serio. El papel de la india María da risa, pero a los miles de indígenas que son discriminados a causa de un ESTEREOTIPO no les da tanto.
Yo nada más les digo, luego no se quejen cuando los diputados quieran parecerse a los mirreyes de las películas basadas en política… A ver si nos reímos igual cuando veamos que de nuestros impuestos (sí, yo también pago impuestos aunque esté en la lejanía) se pagaron su estética en el Congreso Nacional.
Bien lo dijo Salinas de Gortari: “Esto es política ficción”… ¿Dónde queda la raya que separa la una de la otra?
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