Al pensar en viajes siento que uno siempre salta a la idea de unas vacaciones o un viaje a algún lugar turístico (ya sea a otro estado, país o alguna cosa similar). La RAE (Real Academia Española) nos dice que la definición de viajar es: Trasladarse de un lugar a otro, generalmente distante, por cualquier medio de locomoción. Cualquier traslado en nuestras vidas es un viaje; ya sea uno que forma parte de tu rutina como ir al trabajo o a la escuela, o alguno espontáneo como escaparse a visitar algún lugar o evento, ver alguna película o simplemente visitar parientes o amigos.
Viajar solo te deja a la merced de tu mente. Entiendo que a muchas personas les pueda asustar estar a solas con sus pensamientos, ya que no hay crítico más duro que uno mismo. Esos momentos de solitario movimiento son un refugio para mi, acompañado nada más por la música y observando lo que me rodea.
Por mi forma de ser disfruto mucho el tiempo que paso solo, tengo una tendencia a aislarme en mi casa y a veces ser muy callado en las reuniones, por ello disfruto mucho del tiempo que paso solo en mi carro en mis recorridos a través de la ciudad.
Pero las cosas no fueron sencillas cuando hice mi primer viaje, en otro país, solo. El destino no podía ser mejor (la ciudad de Liverpool en Inglaterra) pero por mucho que disfrutaba de la soledad, no sabía lo que me esperaba. Ahora entiendo que existen dos tipos de viajes solo, en el que vas con la intención de hacer nuevas amistades y soltarte en un lugar desconocido y el que hice. Mi viaje fue todo lo contrario, me interesaba estar solo, conocer la ciudad a mi gusto y a mi ritmo. En los dos llegas a platicar y conocer a diferentes personas, intercambiar experiencias, historias y risas pero en el que yo hice las pláticas con otros no pasaban de breves intercambios.
No se por que pero él momento en el que sufrí fue a la hora de comer. No tuve problemas al caminar por la ciudad, entrar a diferentes museos y exhibiciones y tomar fotos, llegué a extrañar el hacer un comentario o compartir algún chiste con alguien, pero le temía a la hora de la comida. La idea de entrar a algún lugar y sentarme solo a comer me aterraba. Es una de esas cosas sencillas que no cualquiera se anima a hacer (como ir al cine solo) pero ya que lo intentas una vez te das cuenta que no pasa nada y aprendes a disfrutar esos pequeños momentos.
Como a la hora de viajar en metro, combi, camión, taxi o ir manejando solo, la única compañía que tenía (y que quería) era la música. Mi cámara se volvió mi aliada y me di cuenta de que no sabía hablar conmigo mismo. Comprendí que las reflexiones en el tráfico sobre los pendientes y eventos del día no existen fuera de la rutina del día a día. Aprendí que no es tonto tener pláticas mentales y que es agradable compartir conmigo los comentarios y chistes que reservaba para otros.
Tuve que familiarizarme con mi sombra, fue como si me presentaran a un extraño, al cual de inicio veía con desconfianza y hasta desdén. La juzgué y critiqué hasta que logré llegar a buenos términos con ella y aceptarme en el proceso. Sentirme cómodo con lo que soy pienso y represento, con lo que veo y no veo, con lo que expreso, con como me muevo y como desvarío en mi interior.
Viajar solos les dará más que sólo conocer un nuevo lugar. Al final del viaje sabrán más de ustedes. Un viaje, sin importar la distancia ni el destino, les entregará respuestas, podrán sentirse cómodos o incómodos con ellas, pero les prometo que no serán los mismos al final.
la historia de mi vida, snif snif
ResponderEliminarLeo + 1.
ResponderEliminarLa hora de la comida es tmb el momento que más me aterra en un día/viaje/momento solitario... Aunque me ha servido de excusa para seguir conociendo gente.
Y sí las "chaquetas mentales" forman parte de las cosas que nos mantienen cuerdos .
jajaja empiezo a notar un patrón aquí, creo que eso puede explicar porque somos tan buen equipo. La historia de la vida de todos. Lamento tanto no haber podido subir mi entrada respecto a este tema.
ResponderEliminarComo a ustedes, también me aterra comer sola; cuando lo hago pienso, seguro después pasará...pero no.
Viajar solo es algo que poco se puede describir al pie de la letra, pero que ciertamente al final es lo más reconfortante pues trae buenas cosas, aprendizajes, experiencias y demás.
Saluditos