Después de dos semanas de ausencia en este espacio de intercambio y expresión, regreso en una semana de un tema complicado. Al ver el tema de la semana 23 me quedé con la sensación de que mí limitada capacidad de redactar no le haría justicia a la única aportación original moderna dada al mundo por el arte de América (Luis Cardoza y Aragón).
¿Qué hizo grande al muralismo? No fue la innovación de los muralistas mexicanos. No estaban innovando en técnicas de pintura, simplemente utilizaron las lecciones heredadas del renacimiento y las adaptaron a sus necesidades.
“El muralismo mexicano no ha dado en sus formas alguna aportación nueva a la plástica universal” -Diego Rivera-
La grandeza de los murales se dio a un nivel más profundo, que va más allá de lo estético. Los temas que manejaban, la incorporación de la narrativa en sus obras, el relato histórico y el regresar a las bases (a las raíces culturales, que habíamos fallado en rescatar, desplazadas por la conquista y el colonialismo Español) para incorporarse al nacionalismo que invadía a México durante la época. El gran propósito del muralismo era el de educar, presentar la historia de México de una manera visual y condensada al pueblo mexicano, siempre en lugares públicos para que fuera “fácil” contemplar las obras e interpretarlas.
“por primera vez en la historia, la pintura mural ensayó de plastificar en una sola composición homogénea y dialéctica la trayectoria en el tiempo de todo un pueblo, desde el pasado semimítico hasta el futuro científicamente previsible y real, […] es un aporte realmente nuevo en el arte monumental respecto a su contenido.” –Diego Rivera-
El México de Rivera, Siqueiros, Orozco y Tamayo era un México transformado y transformándose. La Revolución, recién finalizada, estaba latente, había iniciado un proceso de rescate cultural. Se había terminado el escenario en el que crecieron los caudillos y líderes militares, empezaba el momento de los intelectuales y los artistas. En aquella época se dio una gran generación de pensadores y artistas mexicanos (me atrevo a decir que fueron lo mejor que ha dado nuestro país). En este México necesitado de una identidad, de un nacionalismo que mantuviera la cohesión deseada para evitar más conflictos, aparecieron los muralistas que supieron entender el momento y poner en primer plano a los olvidados, explotados y pisoteados, al pueblo mexicano.
“Pintaron lo que no se había visto, lo que al descastamiento parecía profanación: los indios, los obreros y campesinos, las luchas revolucionarias, que chocaban totalmente con los gustos dominantes.” –Luis Cardoza y Aragón-
Un México menospreciado se alzó de las cenizas de la revolución en las obras de los muralistas mexicanos. Los muralistas tomaron al México sacudido por la Revolución, y al arte estancado en la mediocridad, con un ferviente nacionalismo, tomando de Europa lo necesario, privilegiando lo mexicano e ignorando las corrientes y movimientos contemporáneos.
“Por primera vez en la historia del arte de la pintura monumental, es decir, el muralismo mexicano, cesó de emplear como héroes centrales de ella a los dioses, los reyes, jefes de Estado, generales heroicos, etcétera; por primera vez en la historia del arte, repito, la pintura mural mexicana hizo héroe del arte monumental a la masa, es decir, al hombre del campo, de las fábricas de las ciudades, al pueblo.” –Diego Rivera-
Situaciones como una revolución dejan a un pueblo en un punto de quiebre, al principio hay un fervor por una causa, pero cuando el conflicto se prolonga ese fervor se ve disminuido por el hambre y hedor a muerte. Al finalizar la revolución los mexicanos, como reflejo, se apartaron de lo virreinal. Acusaron a la conquista, la colonia y la Iglesia de acabar con la herencia cultural indígena, de impedir la apreciación de las artes indígenas y de menospreciar a los indígenas.
“La revolución es una súbita inmersión de México en su propio ser. […] es una búsqueda de nosotros mismos y un regreso a la madre. […] México se atreve a ser, La explosión revolucionaria es una portentosa fiesta en la que el mexicano, borracho de sí mismo, conoce al fin, en abrazo mortal, al otro mexicano.” – Octavio Paz-
Los verdaderos héroes de México son los que aparecen en los murales, le otorgaron un rostro y una voz al pueblo anónimo. Claro que el mensaje transmitido es la interpretación del artista, pero en el caso de los muralistas mexicanos, se involucraron en los movimientos, en las súplicas, en la realidad del México rezagado.
“La gente manual, los herreros y metalistas, aparecen por eso, en las arcaicas mitologías, envueltos como en vapores mágicos: son los hacedores de portento. Son las manos entregando el fuego que ha pintado Orozco. En el mural de Diego Rivera (Bellas Artes), la mano empuña el globo cósmico que encierra los poderes de creación y de destrucción: y en Chapingo, las manos proletarias están prontas a reivindicar el patrimonio de la tierra. En el cuadro de Alfaro Siqueiros, el hombre se reduce a un par de enormes manos que solicitan la dádiva de la realidad, sin dada para recomponerla a su guisa.” -Alfonso Reyes-
En esos años se dio una batalla entre lo tradicional y la renovación, encabezada por el repudio a una manera de ver y expresar. El muralismo fue un arte realista nacional, ideológicamente revolucionario y popular.
Tema complicado el de esta semana. Desconozco mucho acerca de él, pero concuerdo en lo que dices: fue una manera de expresar el sentimiento nacional y el descontento que se vive... ¿Será el graffiti el nuevo muralismo?
ResponderEliminarComo siempre, la mejor manera de iniciar la semana (aun que no haya habido otras aportaciones -so far)... Y sí... como método de adoctrinamiento expresivo, el muralismo fue enorme.
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