Ok. Una vez más les voy a fallar. Nunca he viajado por América Latina. Lo más al sur que he estado del Continente Americano es Acapulco. ¡Línchenme!
Me da mucha vergüenza confesar que soy una ignorante en temas de turismo latinoamericano. Especialmente porque siempre he detestado a la gente que pretende conocer todo sólo por el hecho de haber leído. Pero así es como he conocido lo poco (o lo mucho) que sé de América Latina.
Podría hablarles de mi amor por Guatemala, y lo mucho que me gustaría conocer ese país. Porque la combinación de misticismo, dolor, belleza y violencia con que describe Miguel Ángel Asturias a su pueblo, me habla de un país de contrastes y magia. Basta leer “El señor Presidente” u “Hombres de Maíz” para anotarlo en la “To do List”.
O lo mucho que me gustaría conocer Argentina, el país de Borges, de Gardel (que en realidad era francés pero se naturalizo argentino) y mi amadísimo Quino. ¿Qué dolor tan profundo esconde una sociedad que ha producido música como el tango? ¿Por qué amamos a Mafalda pero tenemos tantos prejuicios contra los argentinos? ¿Será verdad que es como un país europeo en Latinoamérica?
Tendría que pasar por Brasil. El país que conocí por una novela (era fan de “El Clon”), que aprendí a sentir con Caetano Veloso, a (intentar) bailar con la samba, a defenderme de manera rítmica con mis intentos fracasados de capoeira y a sufrir con los mundiales de fútbol de la FIFA .
Tengo que conocer Perú y su Machu Picchu para entender qué es lo que destruyó Pizarro. Darle vida a las descripciones de su gente a través de los textos de Vargas Llosa.
O la mítica Colombia, inmortalizada por García Márquez. Con ese misticismo tan latinoamericano, con ese idioma tan nuestro, porque no imagino otro que pudiera expresar tan perfectamente lo que somos. Quiero conocer muchos Macondos, muchas Cándidas Eréndiras, muchos Florentinos Arizas.
Casi al final de mi viaje pasaría por la desconocida Haití. ¿Sabían que fue el primer país latinoamericano en independizarse? Me intriga tanto su cultura. Un país tan sangriento con dictaduras como la de Duvalier. Un país con un “Reino de este Mundo” que fascinó a Carpentier. Un idioma tan suyo como el créole. Una pobreza tan dolorosa que no perdona nada, pero que deja como alimento galletas de barro y la creencia del vudú.
Terminaría con Cuba. El país de la revolución. El que ha producido figuras tan contrastantes como Niurka y Celia Cruz. El país del ritmo, de la pasión, de los ideales. El que inspiró a Martí, el que da sabor a la rumba. El del ron y el mojito.
Y quizá después de mi viaje sólo comprobaría que si nací en esta región no fue por coincidencia. Amo América Latina, a pesar de sus divisiones. Amo su cultura, su gente. Amo su equilibrio racional y espiritual. Amo su gastronomía y amo a su gente. Amos su historia que ahora es la nuestra. Amo su ritmo y el sonido de sus lenguas.
Amo ser parte de algo que en otras partes del mundo aún no logran entender.
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ResponderEliminarAmo latinoamérica y su diversidad cultural, su historia, su ritmo...amo tanto que pueda decir soy mexicana y latinoamericana (tomen eso 'americanos') pq también soy americana...muajaja...pfff y también quiero conocer 'la mítica Colombia' No podría describir mejor a GM: 'Con ese misticismo tan latinoamericano, con ese idioma tan nuestro, porque no imagino otro que pudiera expresar tan perfectamente lo que somos. Quiero conocer muchos Macondos, muchas Cándidas Eréndiras, muchos Florentinos Arizas.'.
ResponderEliminar:)
Con lo que escribes te das cuenta como leer te ha hecho conocer lugares en los que físicamente no has estado, y los textos te han llevado a estar ahí, saborear la comida, la música, los olores ... (Qué libertad da leer, comparar y hasta valorar)
ResponderEliminarY yo amo que sin haber estado ahí nos compartas este texto tan acertado y bonito. No me imagino lo que podrás relatarnos el día que hagas ese viaje.
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