Cuentan que iban dos hombres caminando hacia los magueyales para revisar los campos, cuando de pronto encontraron dos conejos tirados, parecían muertos, sin embargo respiraban. Se los llevaron a sus hogares, como parecían en algún tipo de ‘shock’ no les amarraron sus extremidades, de pronto, inexplicablemente se levantaron y saltando regresaron a los campos, los dos hombres los siguieron hasta llegar a un maguey, éste tenía un hoyo del cual a simple vista podían ver un líquido.
Lo probaron y guardaron un poco en un par de envases para compartir el hallazgo, al pasar unos días recordaron haber guardado ese líquido incoloro, esta vez sabía diferente, siguieron bebiendo hasta sufrir una baja de sentidos y un aumento de humor, descubriendo así la embriaguez y el pulque.
Lo probaron y guardaron un poco en un par de envases para compartir el hallazgo, al pasar unos días recordaron haber guardado ese líquido incoloro, esta vez sabía diferente, siguieron bebiendo hasta sufrir una baja de sentidos y un aumento de humor, descubriendo así la embriaguez y el pulque.
Ésta es una de las tantas historias que encontré en el documental “La canción del Pulque” donde inextricables, aleatorias, pasionales y tradicionales historias de vida son contadas por inimaginables personajes clientes de “La Pirata”, una popular pulquería de la Ciudad de México. Tan sólo dura 60 minutos, pero un viaje y una aventura los envolverá desde las calles del centro del DF hasta los magueyales, dénle click y ésta coincidente experiencia que encontré perdida en un pasillo de alguna conocida ‘Gandhi’ les cambiará el panorama o reforzará prejuicios, en su caso, me durmió la primera vez que la vi. ¡¡Oops!!
Ya mis compañeras y compañeros han versado sobre la conceptualización, historia y raíces del pulque, por lo que yo simplemente les contaré un par de anécdotas, no sin antes darles la bienvenida a este su espacio de diálogo y reflexión (tssssss, dénselas de intelectuales). Y también explicarles que no es secreto cuál es mi color favorito y por qué se llama así mi ‘columna’, lo que sí puedo definir es que cada curado tiene su proceso distinto, desde simplemente agregar el zumo de la fruta, hasta licuarlo, colarlo, azotarlo o amasarlo y son los que sí saben buenos. Siendo el curado de miel, chile, tunas rojas y chocolate los primeros.
Episodio cómico 1: Como podrán ver en el documental, si algún pulque sabe ‘harrrrto’ feo, es que no llevo sus ceremonioso canto y rezo al aguamiel en su primer proceso: “pa que pegue bien”, no se asusten si ven a los tlachiqueros desgañitándose en cantos y rezos. Y es que ni parece español, ni canto…bueno, hasta parece vudú.
Episodio cómico 2: Encontrábame yo con una amiga de la oficina y el novio importado de una pulquera en una pulquería del centro cuando a punto de vomitar probando el pulque natural/blanco preguntamos cuánto tenía de alcohol. “Naaaaada, si ni pega. ¿Ahora de qué le doy?”. Pues fíjense que llegar mareado a la oficina no me pareció empírico suficiente y tuve que convencerme con el documental que efectivamente, la gente del DF prefiere mentir a exponer su desconocimiento, ‘contimás’ en una pulquería.
Séanle ustedes rebienvenidos, su pulquero y amigo: YaïrML
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