"Una fotografía es un instante retenido, un segundo irrepetible capturado para siempre, un espejo que refleja lo que somos."
Esta frase la encontré en una exposición de foto en el parque central de la ciudad de Colima. La comparto porque, para mí, no hay una mejor representación de ficción verdadera que una foto: no porque no haya ejemplos mejores, sino porque me apasiona el mundo de la fotografía.
No soy una experta en el tema, ni pretendo serlo. Lo que sí les puedo decir es que al pensar en ficciones verdaderas, inmediatamente, pensé en fotografías.
Como ya explicaban mis compañeros, una ficción verdadera trata de transmitir un mensaje desde la perspectiva del autor. Lo interesante con la fotografía es que a pesar de que trata de captar imágenes reales, ya sean para un retrato, reportaje, moda, paisaje, el fotógrafo es el único (junto con espectadores presentes al momento de la foto) que tiene el panorama completo. Nosotros como público interpretamos una historia sobre la foto que puede que ser errónea o no, pero es el fotógrafo quien puede manipular la imagen de tal forma que logre transmitir una idea distinta al escenario inicial.
Es verdad que una imagen dice más que mil palabras y hay veces que una foto logra representar perfectamente la acción realizada en determinado momento. Un ejemplo es el retrato de la niña quemada en Vietnam que fue tomada en 1973 por Huynh Cong Ut, ganador del premio Pulitzer. El público no conoce todo el escenario y la ficción es la historia que cada persona crea al ver la foto y las emociones que provoca en cada uno de ellos, pero al final la fotografía logró captar el horror de la guerra y dio a conocer las injusticias que se vivían en Indochina en aquella época. Otras veces el público tiene que recurrir a la imaginación para crear la historia detrás de la escena. Robert Doisneau, un fotógrafo francés, retrataba imágenes originales que podían llegar a contar historias distintas; muchas veces, no se sabía si era una captación de un momento espontáneo o actores que posaban para la foto.
Cada fotografía tiene una historia propia, que sólo el autor conoce. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué pensaba el autor al tomarla? ¿Qué nos quiere decir con la imagen? Lo que interpreta el público, lo que la fotografía nos dice a cada uno de nosotros, es ficción. En lo personal disfruto tomar fotografías, especialmente, si son espontáneas. Como dice mi profesor de foto, basta sentarse a contemplar el escenario, observar a las personas o el paisaje y esperar ese momento mágico (o trágico) para captar una imagen excepcional. Ese misterio que está detrás de cada fotografía, una historia que no conocemos del todo y a la que añadimos nuestras propias experiencias ,es lo que, desde mi punto de vista, hace a la fotografía tan interesante.
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Concuerdo contigo, en cómo las fotos, siendo un retrato instantáneo, pueden llevarte a recrear su historia, a incluirte en ella. ¡Bien!
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